domingo, 20 de noviembre de 2011

Tendencias narrativas de la minificción peruana. A propósito de sus orígenes, su panorama actual y su proceso evolutivo en la literatura peruana.




Por Rony Vásquez Guevara

Texto publicado en Plesiosaurio.
Primera revista de ficción breve peruana.
Nº 3. (2010)
Ponencia leída en el
VI Congreso Internacional de Minificción
(Bogotá, 2010)
0.- Introducción.-

La minificción se constituye como un nuevo género literario en Latinoamérica. En Perú diversos escritores desde los primeros años del siglo pasado ya mostraban un acercamiento a esta modalidad textual. Curiosamente la gran parte de los textos brevísimos de estos autores fueron publicados póstumamente. No obstante, en la elaboración del presente trabajo se ha pretendido encontrar el texto fundacional de la minificción peruana. Con la misma finalidad hemos desarrollado un minucioso y detallado panorama de la ficción breve en el Perú, esperando haber colmado un pequeño espacio de aquel abismo vacío en que se encuentra el estudio de los textos breves peruanos. Finalmente, desarrollamos una periodización de esta modalidad textual con el propósito de detectar las características más sobresalientes en el proceso de evolución de la minificción. Debido al breve espacio proporcionado para el desarrollo de la presente investigación no hemos dedicado a expresar lo más relevante e importante en el estudio de la minificción peruana.

I.- Orígenes de la minificción en el Perú

Para poder rastrear los primeros pasos de la minificción en el ámbito literario peruano resulta indispensable empezar señalando a la revista ilustrada Variedades (1) fundado por el fotógrafo portugués Manuel Moral y Vega y dirigido desde el principio por Clemente Palma, que desde su primer número publicado el 07 de marzo de 1908, ya mostraba un acercamiento a estas modalidades textuales de carácter breve. Desde su primera portada ya se logra percibir este acercamiento, pues la imagen posee una minúscula leyenda que puede concebirse como un texto brevísimo(2). No obstante, si en posteriores ediciones suprimimos la imagen y dejamos el contenido narrativo, estos microtextos podrían ser considerados como minificciones:

En la sastrería (3)

-Vamos á ver, maestro, si con esta tela me hace usted un terno de verano, á la brevedad posible.
- ¿A qué medida?
- Hombre, hágalo á una medida que caiga bien para cuerpos demócratas, liberales, bloquistas y leguiístas.

Como se puede apreciar, estos textos gozan de una fuerte carga humorística de tendencia política, pues recordemos que por la década de 1910 en Perú existían diversos grupos políticos: los demócratas, liberales, leguiístas, entre otros. De igual manera, en la sección denominada “Chirigotas”, de carácter eminentemente caricaturesco, se aprecia una pintura que tiene como leyenda un texto brevísimo, el cual en relación con la gráfica puede ser considerado como un microtexto, cuya literariedad(4) es perceptible:

Jinete experto (5)

- La jornada es difícil y el penco está ya medio sucedido con los espolazos del jinete anterior. Mucho cuidado con que se empaque y se abra á los respingos.
- No tenga cuidado, buen hombre, que con mano firme y estribos cortos no hay respingos que valgan.

La característica más resaltante de estas brevedades (de la portada y de “Chirigotas”), que a nuestro criterio pueden concebirse como minificciones, radica en su brevedad extrema a través del uso del diálogo entre los personajes que se encuentran tácitos en el curso de la historia. En conclusión, el ácido humor político se percibe desde las primeras ediciones de esta revista semanal, ya sea en su portada o en su “Chirigotas”. Esto debido a la tendencia y línea editorial de carácter opositor frente al Gobierno de turno.

No obstante, el plano periodístico no se configura como el único espacio en donde se divulgó estas modalidades textuales de carácter esencialmente breves, pues nuestros los reconocidos escritores peruanos de la época experimentaron también con formas breves de escritura. Con la finalidad de no expandir el marco de análisis de la presente investigación sólo nos referiremos a los textos breves de Ricardo Palma, Abraham Valdelomar, Manuel González Prada y César Vallejo. La crítica literaria peruana y extranjera ha reconocido favorablemente para nuestras letras el aporte que cada uno de los mencionados escritores heredó a las futuras generaciones; sin embargo, se ha soslayado u olvidado el estudio de sus libros constituidos por textos breves. Una característica peculiar de sus libros compuestos por microtextos en todos estos recordados escritores peruanos radica en la publicación de los mismos. Para una mejor apreciación, creemos conveniente realizar un brevísimo análisis de cada uno de ellos.

Nuestro recordado Tradicionalista Don Ricardo Palma, desde nuestra perspectiva, también experimentó con las formas breves de narrativa en su libro póstumo Tradiciones en salsa verde (TSV) cuya aparición oficialmente pertenece a 1973, a cargo de Francisco Carrillo y Carlos Garayar(6). Estas nuevas Tradiciones tienen un límite aproximado de 200 a 600 palabras y se caracterizan por el elevado tono sugerente de las anécdotas narradas. Consideramos necesario resaltar que la publicación oficial de TSV es una edición muy posterior al año de su creación, pues en 1904 en una carta que el “Bibliotecario mendigo” remite a su amigo Carlos Basadre, le envía este conjunto de “hojitas” a manera de regalo de cumpleaños(7). Existen algunas versiones que señalan que TSV fueron manuscritas en 1901 y transcritas en 1904(8), pero es conocido que clandestinamente ya circulaban estas tradiciones en la sociedad antes de su publicación. Al referirse sobre las TSV el conocido miniaturista Enrique Anderson Imbert comenta que “La mayoría de ellas están construidas sobre meros juegos de palabrotas o con viles anécdotas. Sus héroes son de monstruosa anatomía o sólo existen de la cintura para abajo.(9)” De todo lo anteriormente señalado, consideramos que el proceso creativo de Don Ricardo Palma -probablemente desarrollado en 1901 y manifestado en 1904- en TSV caracterizada además por su notable brevedad encontramos el momento fundacional de la minificción peruana, muy a pesar de su posterior publicación. En ese orden de ideas, el texto fundacional correspondería al primero de TSV: “La pinga del Libertador”.

El Director de la recordada revista Colónida, Abraham Valdelomar, no escapó al ejercicio de las brevedades. Esto se percibe en la colección de textos brevísimos titulados Neuronas. Él anunció de la publicación de este libro se presentó en la contracarátula de El Caballero Carmelo en 1918; sin embargo, todos los textos que se conocen son póstumos. Debemos rescatar que muchas de estas brevedades habían sido publicadas ya en la revista Studium Nº 2 publicada en 1920, y que han sido rescatadas en sus Obras Completas edición a cargo de Ricardo Silva Santisteban y publicado por PETROPERÚ en el 2001(10). Desde nuestro punto de vista, estos textos pueden considerarse minificciones por la brevedad, la concisión y la literariedad que demuestran:

VI

“Respiramos muerte. Somos vivos hechos con muertos.”

Se percibe, entonces, la economía de palabras y el empleo de la dualidad vida-muerte, que demuestra su carácter elíptico. De esta manera, la reflexión en torno a la materia que constituye la vida del hombre se conecta en un círculo vicioso con la muerte. La concisión, entonces, se presenta como uno de los rasgos más característicos de la minificción y Valdelomar alcanza este recurso a través del empleo mínimo de palabras logrando un amplio campo semántico(11). Sin embargo, se puede afirmar que Valdelomar concibió antes de 1918 los textos que integrarían posteriormente Neuronas, pero su temprano fallecimiento en 1919 impidió el conocimiento de sus textos en un conjunto textual (libro).

El recordado maestro y anarquista Manuel González Prada dedicó un espacio minúsculo pero importante a su labor miniaturista. Esta tendencia a lo breve lo encontramos en la sección denominada “Memoranda” de su libro El tonel de Diógenes publicado en 1945 . Recordemos además que solo Pájinas libres y Horas de lucha fueron publicadas en vida del autor, pues sus demás libros no menos importantes han sido de publicación póstuma. En ese sentido, Alfredo González Prada encargó a Luis Alberto Sánchez la publicación de estos textos, entre ellos El tonel de Diógenes. Del proceso creativo de este libro, y en especial de “Memoranda” no se tienen fecha, pero resulta probable que estos hayan sido escritos en los primera década de 1900. Una muestra de “Memoranda” es el siguiente texto:

41

No somos criminales sino víctimas de la Naturaleza, y la muerte no se presenta como un castigo, sino como la retirada gloriosa en el combate de la vida. No tenemos por qué humillar la frente en nuestro viaje por la Tierra ni por qué temblar al hundirnos en el desconocido abismo de la muerte.

En “41” se percibe la economía de palabras que exige todo texto minificcional; sin embargo, la narratividad se muestra como una característica correspondiente a la época en la que vivió el autor. Estas son características estructurales de los 261 textos brevísimos que componen este libro(13).

Finalmente, nuestro más loable poeta peruano César Vallejo trabaja la creación de textos breves en “Contra el secreto profesional”. Sobre este libro se conoce que su producción oscila entre 1923 y 1929; sin embargo, sus textos estuvieron durmiendo al no encontrar una editorial que los publicara. Esto terminó en 1973, año en que la Editorial Mosca Azul publica El arte y la Revolución, libro en el cual encontramos “Contra el secreto profesional” con un prólogo de su viuda Georgette. Nuevamente, se percibe entonces que el proceso de creación de nuestros escritores peruanos se percibe retrasado en cuanto a su publicación. Sin embargo, en los textos breves de Vallejo se percibe un mayor acercamiento a las características narrativas de las minificciones actuales:

Sin título

Sin mostrar el menor signo de temor, ni siquiera disfrazarse, el asesino siguió viviendo normalmente, a la vista general. Lejos de esconderse, como lo habría hecho cualquier matador ramplón, anduvo por todas partes. La policía no puedo encontrarle, precisamente porque él no se escondió. Pascal ha tenido razón, cuando ha dicho: “Tú no me buscarás, si no me hubieras ya encontrado”.
A tal libre el individuo es libre e independiente.

Este texto, si seguimos la terminología que alguna vez utilizó nuestra recordada maestra Dolores Koch, se concibe como un microrrelato pues en su desenlace la voz narrativa termina con un pensamiento llamado por el autor. La brevedad, la elipsis y otros recursos narrativos también están presentes aunque en una versión aún rudimentaria en comparación a las minificciones producidas a partir del nuevo milenio.

Llegado a este punto creemos conveniente realizar unas previas conclusiones: a) reafirmamos que la producción de la minificción se encuentra ligado estrechamente al criterio editorial y cuyos orígenes encontramos en la revista Variedades; b) la producción minificcional peruana en sus orígenes tiene un rasgo peculiar: los libros han sido creados aproximadamente durante los años 1900 y 1930, pero sus publicaciones son posteriores a 1945 e incluso son configuradas como obras póstumas de cada escritor.

II.- Breve panorama de la minificción en el Perú.-

El tratamiento de la minificción en el Perú resulta muy difícil ya que su producción ha sido escasa en sus orígenes, como ya lo hemos señalado en líneas anteriores. Sin embargo, esta carencia ha ido cambiando en los últimos años gracias al apoyo editorial existente en la actualidad. Por ello Harry Belevan, en uno de los primeros artículos sobre el cuento breve en el Perú, dice lo siguiente: “Que sea apenas Loayza o unos pocos más, lo cierto es que la escasez del minicuento es una realidad de nuestra narrativa en el Perú. Esta modalidad de escribir y narra constituye , hasta más que una anotación marginal, apenas una observación de pie de página dentro de nuestra corriente literaria, teniendo así, como inexorable corolario, la casi nula atención que ha merecido de la crítica especializada como una modalidad expresiva, singular y autónoma, dentro de la narrativa nacional.(14)”

Esta última anotación ha llegado a nuestras manos gracias a la primera antología peruana de esta forma de narración: Breves. Brevísimos. Antología de la minificción peruana (2006) cuya selección pertenece a Giovanna Minardi. En este trabajo compilatorio se presenta curiosamente textos de estructura breve que enmarcan el período literario desde Inca Garcilazo de la Vega hasta los contemporáneos Carlos Eduardo Zavaleta, Adolfo Vienrich, Fernando Iwasaki, Carlos Meneses, entre otros más.

A esta antología hay que sumar los libros que han publicado diversos autores con marcada y consciente alusión al cuento breve. Así tenemos a Tradiciones en salsa verde (1973) de Ricardo Palma, Contra el secreto profesional (1973) de César Vallejo, El avaro (1955) de Luis Loayza, Un cuarto de conversación (1966) de Manuel Mejía Valera, Isla de otoño (1966) de Manuel Velázquez Rojas, Prosas apátridas (1975) de Julio Ramón Ribeyro, Monólogo desde las tinieblas (1986) de Antonio Gálvez Ronceros, algunas narraciones de Cuentos del relojero abominable (1974) de José Adolph, Cuentos sociales de ciencia-ficción (1976) de Juan Rivera Saavedra, Los pasos. Cuentos. Siete. (s/f) de Julio Garrido Malaver, Alforja de ciego (1979) de Jorge Díaz Herrera, Lección de fe y otras ficciones de Isaac Goldemberg, Cuentos de cortometraje (2002) de Armando Arteaga, Ajuar funerario (2004) y Helarte de Amor (2006) de Fernando Iwasaki, Fábulas y antifábulas (2004) de César Silva Santisteban, Enciclopedia mínima (2004) de Ricardo Sumalavia, El horno del reverbero (2007), Ars Brevis (2008), Haruhiko & Ginebra (2009) de José Donayre, Cuentos de bolsillo (2007) de Harry Belevan, Cuentos Brevísimos (2007) de Carlos Eduardo Zavaleta, Un café en la Luna (2008) de Carlos Meneses, De cómo quedé estando aquí (2008) de Hernán Garrido Lecca y Microacertijos literarios (2009) de Ricardo Calderón Inca(15). Y, a esta larga cuenta de libros de ficción breve hay que sumar la segunda antología de ficción breve –y la última hasta el momento- en la cual se menciona en su mayoría a peruanos. Nos referimos a Colección minúscula. Cinco espacios para la ficción breve (2007) compilado por Ricardo Sumalavia. En esta compilación encontramos a dos autores que no fueron mencionados por Giovanna Minardi: Mónica Belevan y Enrique Prochazka.

Cierto es que en la actualidad el terreno de la literatura peruana respecto al microrrelato se presenta con interesante esperanza pues escritores como Julio Ortega, Arturo Corchera, Mario Guevara Paredes, Carlos Herrera, Gonzalo del Rosario, Tito Roque Aroni, Daniel Salvo, Fernando Carrasco, Carlos Rengifo, Jack Flores, Manuel Velásquez, Lucía Fox, Tanya Tïnjälä, Silvana Reyes Vasallo, Maritza Iriarte, Elsa Vértiz, Lucho Zúñiga, Jorge Ramos Cabezas, Marco Rivera, entre otros más, ya han iniciado esta producción literaria tan peculiar tanto en el interior de libros, como en antologías y revistas de literatura.

No obstante, es menester resaltar la presencia de la generación del 50’ y sus escritores: Carlos Eduardo Zavaleta, Luis Loayza, Eleodoro Vargas Vicuña, Julio Ramón Ribeyro, Manuel Velázquez Rojas, Luis León Herrera, Luis Alberto Ratto, entre otros más quienes han sido la semilla del cuento breve nuestra literatura(17).

En el aspecto editorial, modestamente Plesiosaurio. Primera revista de ficción breve peruana se consolida como la originaria apuesta en torno al microrrelato; en sus dos números existentes (noviembre de 2008 y setiembre de 2009) ha demostrado su convicción y apuesta por este proyecto novedosa modalidad textual en el Perú. Continuando con esta aventura literaria, la reciente Fix100-Revista de ficción breve hispanoamericana se ha unido a la promoción de la minificción en las letras hispanoamericanas. Sin embargo, es necesario señalar que algunas revistas literarias como Bocanada(18), Tinta Expresa(19), El grito de Maldoror(20), Discursiva(21), Ónice (22) y Bosque de latidos(23), han publicado como apéndices algunos textos de formatos breves.

III.- Recursos narrativos en la minificción peruana.-

Después de haber realizado una rápida mirada al desarrollo del proceso minificcional en la literatura peruana, creemos conveniente destacar las características y técnicasnarrativas más empleadas en la creación de minificciones. Para esta empresa resulta de mayor eficacia elaborar una delimitación de nuestra narrativa breve en tres momentos:

a) periodo de iniciación o experimentación, correspondiente al periodo de tiempo que oscila aproximadamente entre 1900 y 1949, donde encontramos a escritores como Ricardo Palma, Manuel González Prada, Abraham Valdelomar, César Vallejo y los textos breves de la revista Variedades. El rasgo particular de este período es que las obras de estos autores han sido conocidas póstumamente de manera oficial; sin embargo, existen documentos que demuestran que su elaboración se realizó durante las primeras cinco décadas del siglo pasado.

b) periodo de arquitectura mínima o de los primeras estructuras, que se ubica en el espacio que comprenden los años 1950 y 1999, donde se rescata la labor realizada por los narradores peruanos de la Generación del Cincuenta al producir la modernización de la narrativa peruana a través del empleo de las técnicas narrativas de vanguardismo que se practicaron a partir de la década del 20’ en Europa y Estados Unidos. No obstante, escritores que se ubican cronológicamente posteriores a la mencionada generación también realizaron aportes indiscutibles a la producción de minificciones. Entre los escritores más destacados, en función de su producción minimalista, tenemos a Carlos Eduardo Zavaleta, Carlos Meneses, Eleodoro Vargas Vicuña, Tulio Carrasco, Manuel Velázquez Rojas, Julio Ramón Ribeyro, Luis León Herrera, Luis Alberto Ratto, entre otros. La característica singular de este período radica en el tratamiento de temas sociales complejos a través del empleo de la economía de palabras, esto es, la capacidad de presentar los conflictos sociales en un espacio breve o mínimo de palabras.

c) período de fortalecimiento o de vigorización, que comprende los años posteriores a la apertura del nuevo milenio, y cuyo trabajo editorial ha sido de suma importancia para el desarrollo de la minificción en las letras peruanas. Así encontramos a casas editoriales como Mundo Ajeno Editores, Muro de Carne librería taller y Editora Mesa Redonda que han publicado diversos libros de minificción, esfuerzo y aventura que anteriormente no había sido desarrollado por otros grupos editoriales. En este periodo debemos necesariamente reconocer a Ricardo Sumalavia y Fernando Iwasaki, por ser los más fecundos creadores de textos brevísimos, y aplaudir la genialidad narrativa de José Donayre quien lleva publicado tres libros de narrativa muy breve. Esto no significa que desconozcamos y reconozcamos la producción literaria de características minimalistas de otros jóvenes escritores.

En estos tres periodos de la minificción peruana, la brevedad por antonomasia se constituye también como el elemento esencial de esta modalidad textual narrativa. Sin embargo, la concepción de “brevedad” debe ser pensada en razón de la cultura y al momento histórico en la que se desarrolla, pues al hacer referencia a la extensión o quantum de palabras no se lograría establecer límites rigurosos, exactos o precisos que determinen qué texto es o no considerado como minificción(24). En ese sentido, los textos narrativos pertenecientes al periodo de experimentación pueden ser concebidos como breves en razón del empleo mínimo de palabras, que para los lectores de aquella época eran considerados como brevedad extrema.

Posteriormente, durante el periodo de las primeras estructuras se percibe un estrecho acercamiento a la definición actual de “brevedad” en razón de textos narrativos, pues la mayoría de escritores logran no excederse estrictamente bordear de la página impresa o de una cuartilla. De esta manera, se cumple con el principio de unidad de impacto, en la cual no existe interrupción entre el texto y el lector durante el proceso de lectura.

Llegados al nuevo milenio y al denominado periodo de vigorización la brevedad se radicaliza transformándose en brevedad extrema. Este periodo se caracteriza por la brevedad vertiginosa de los textos narrativos, en donde un libro de minicuentos es la descripción de un universo mediante trazos breves y precisos(25).

Desde otra perspectiva, en la literatura latinoamericana es conocida la diferenciación entre minicuento y microrrelato que nuestra recordada maestra Dolores Koch propuso en su momento:

¿Cómo podría diferenciarse el micro-relato del minicuento? En el minicuento los hechos narrados, más o menos realistas, llegan a una situación que se resuelve por medio de un acontecimiento o acción concreta. Por el contrario, el verdadero desenlace del micro-relato no se basa en una acción sino en una idea, un pensamiento. Esto es, el desenlace de un minicuento depende de algo que ocurre en el mundo narrativo, mientras que en el micro-relato el desenlace depende de algo que se le ocurre al autor. Esta distinción no es siempre fácil. Otra característica esencial del micro-relato es la fusión de géneros. Algunos elementos narrativos lo acercan al cuento convencional, pero el micro-relato se aleja de los parámetros del cuento y del minicuento porque participa de algunas de las características del ensayo y del poema en prosa.” (26)

De esta manera, las estructuras de las minificciones peruanas también responden a estos criterios y al periodo en el que se desarrollan. Así, en un primer momento los textos pertenecientes al período de iniciación deben ser concebidos como experimentos literarios, que ya suelen realizar la característica conocida como hibridación genérica. Durante este periodo la minificción no logra percibirse en términos de minicuento o microrrelato, pues su brevedad es el rasgo que lo ubica en este primer momento del panorama de la minificción en el Perú.

Por su parte, los textos pertenecientes al denominado periodo de las primeras estructuras en su mayoría se caracterizan por poseer la distribución tradicional de un cuento clásico, esto es, presentación, nudo y desenlace. Los textos predominantes escritos durante este periodo reflejan su intensa carga narrativa en un espacio mínimo y esencial de palabras, recurriendo para ello al empleo de personajes estereotipados(27), la reescritura o la parodia(28) y la intertextualidad intensa(29), entre otros recursos.

En los últimos años correspondientes al periodo de vigorización los textos breves que predominan en su mayoría cumplen cabalmente con la denominación de microrrelatos, pues existe una fuerte presencia de la hibridación genérica que logra alejarla de un género estricto, y se recurre agudamente al bagaje cultural del lector, denominado virtualidad narrativa (30) o pacto de lectura entre el texto y el lector. Durante este periodo sobresale la narrativa breve en la cual se sugiere el campo semiótico del texto a través del uso económico de palabras y de la explotación lúdica del doble sentido(31). Un papel muy importante ha jugado el avance tecnológico durante este periodo, pues internet se constituye como uno de los soportes más concurridos para la publicación de estos textos brevísimos.

IV.- Coda.-

La minificción peruana encuentra sus orígenes en Tradiciones en salsa verde de Don Ricardo Palma, publicada oficialmente en 1973 y escrita aproximadamente en 1904. La brevedad de los textos que la componen nos ha llevado a esta aventurada pero considerable conclusión. Sin embargo, no rechazamos la afirmación del maestro Edmundo Valadés al señalar a Ensayos y Poemas (1917) de Julio Torri como primer exponente de la minificción en la literatura latinoamericana. Pues, nuevamente señalamos, que los textos de los escritores pertenecientes al periodo de iniciación fueron publicados póstumamente en libros o revistas.

Por su parte, las tendencias narrativas de la minificción peruana han devenido en un proceso de evolución como ya hemos señalado anteriormente, pues básicamente la concepción de la “brevedad” se ha constituido como el rasgo esencial de esta modalidad textual. No obstante, debemos apuntar que las estructuras narrativas de las minificciones peruanas también han sido afectadas por esta evolución, y en las cuales se han demostrado diversas técnicas narrativas que consiguen la brevedad.

Finalmente, esperamos haber colmado las expectativas respecto a este trabajo de investigación, y terminamos señalando que resulta necesario e indispensable, en la posteridad, expandir las estructuras que integran este texto.


NOTAS

[1]Variedades. Revista semanal ilustrada se constituyó como sucesora de la Revista Prisma (fundada en 1905) pero diferenciada de ésta por su carácter más ágil, popular y ameno. Creemos conveniente resaltar que aparece en el primer número de Variedades el encabezado Año IV de la publicación, con la cual se reafirma como sucesora de la Revista Prisma. Asimismo no debe olvidarse que Variedades tuvo una edición a modo de prospecto publicada el 29 de febrero de 1908. En el panorama periodístico peruano Variedades se constituye como una de las revistas de mayor producción pues se logró editar hasta el Nº 1230, cuya fecha data del 30 de setiembre de 1931.

[2] La revista Variedades estaba integrada por diversas secciones que pueden agruparse de la siguiente manera: a) Caricaturas: “Chirigotas”, “La semana cómica”, “Gente de casa” y “La caricatura en el extranjero”; b) Cultural y político: “Teatro y espectáculos”, “Modas”, “Curiosidades y recortes”, “Comercio e industria”, “Información europea”, “Figuras y aspectos de la vida mundial”; c) de carácter local: “De provincias”, y “Recetas caseras”. En la sección denominada “Chirigotas” nosotros consideramos que se encuentra el origen de la minificción, pues desde su primera portada de 07 de marzo de 1908 nos presenta un texto brevísimo de cargada resonancia política y humorística:

Mascarada Política

-Dificulto que así disfrazados nos conozcan

-¡Quiá hombre, aquí todos nos conocemos!

[3] Portada de Variedades. Revista semanal ilustrada Año VIII, Nº 243. Lima, 26 de octubre de 1912.

[4] Según el prof. DAVID LAGMANOVICH el término “literariedad” se entiende como “un producto de ciertas características estructurales y de ciertos rasgos que transmiten el significado, todo ello aceptado en virtud de condiciones estéticas que el lector reconoce como tales” y así determinar que la literatura es “un conjunto de textos, siempre que esos textos sean literarios, vale decir, que tengan o manifiesten la condición que hemos llamado literariedad.” En: El microrrelato. Teoría e historia. 1ra ed. Palencia, Editorial MENOSCUARTO, 2006. p. 21.

[5] “Chirigotas”. En: Variedades. Revista semanal ilustrada Año VIII, Nº 243. Lima, 26 de octubre de 1912. p. 1279.22

[6] PALMA, Ricardo. Tradiciones en salsa verde. Lima, Ediciones de la Biblioteca Universitaria, 1973. Prólogo de Francisco Carrillo y Carlos Garayar.

[7] Don Ricardo Palma a su amigo Carlos Basadre: “Sabe usted, mi querido Carlos, que estas hojitas no están destinadas para la publicidad y que son muy pocos, los que en la intimidad, de amigo a amigo, los conocen. Alguna vez me reveló usted el deseo de tener una copia de ella, y no sabiendo qué agasajo le sería grato hoy, día de su cumpleaños, le mando mis Tradiciones en salsa verde, confiando en que tendrá usted la discreción de no consentir que sean leídas por gente mojigata, que se escandaliza no con las acciones malas sino con las palabras crudas. La moral no reside en la epidermis.”

[8] RODRÍGUEZ CARUCCI, Alberto. “Tradiciones en salsa verde. Humor, desenfado, procacidad”. Presentación. En: Palma, Ricardo. Tradiciones en salsa verde. Caracas, Fundación Biblioteca Ayacucho, 2007. pp. 15 y ss.

[9] ANDERSON IMBERT, Enrique. Historia de la literatura hispanoamericana. La Habana, Instituto Cubano del Libro, 1972. p. 473.

[10] VALDELOMAR, Abraham. Obras Completas. Tomo IV. Edición a cargo de Ricardo Silva Santisteban. Lima, PETROPERÚ Ediciones, 2001. pp. 395-408.

[11] Valdelomar también alcanza la minificción en:

IV

Sacando a los analfabetos, las gentes del Perú se dividen en dos clases: una que siembra algodón y otra que escribe majadería. A estos últimos solemos llamar generalmente escritores.


[GONZÁLEZ PRADA, Manuel. El tonel de Diógenes. México, Tezontle, 1945. pp. 177 y ss.

[13] Otra muestra de minificción es la siguiente:

80

El Catolicismo: carne fungosa involucrada en el organismo social, hongo negro nacido en el estercolero del Imperio Romano.

[14] MINARDI, Giovanna. Breves, Brevísimos. Lima: Editorial Santo Oficio, 2006. p. 17.

[15] VÁSQUEZ GUEVARA, Rony. “Panorama esencial de la minificción en Hispanoamérica”. En: Plesiosaurio. Primera revista de ficción breve peruana. Año I, Nº 1: noviembre, 2008. pp. 14-26.

[16] Es necesario mencionar que existen más autores que se han comprometido fehacientemente con la producción de esta nueva modalidad textual. Si hemos obviado algunos nombres ha sido a consecuencia de no haber tenido contacto con su obra.

[17] VÁSQUEZ GUEVARA, Rony. “Diez minutos de teoría de la minificción: acerca de los orígenes de la minificción en el Perú”. En: Plesiosaurio. Primera revista de ficción breve peruana. Año II, Nº 2: setiembre, 2009. pp. 19-27.

[18] SIFUENTES ATABALES, Cindy. “Último” y “Silencio”. En: Bocanada. Revista Literaria. Año II, Nº 2. Lima. 2005.

[19] GARCÍA LANDAVERI, Giancarlo. “Miradas efímeras”; y, VÍRHUEZ VILLAFANE, Ricardo. “Cinco cuentos de guerra”. En: Tinta Expresa. Revista de Literatura. Año II, Nº 2. Lima. 2006.

[20] ELGUERA, Christian. “Orfeo en la oficina”, “El mito de Ofelia”; ENALM. “Bienvenido”; GUERRA, Jhonn. “Aureliano se quedará sólo”; y, VÁSQUEZ, Rony. “La pulga”, “Detenido Político”, “Iluminación”, “Pregunta vital”, “Memorias de La Muerte”. En: El grito de Maldoror. Bestiario de la fantasía creadora. Año II, Nº 2. Lima. 2007.

[21] ALFONSO, Óscar. “El matrimonio feliz”; y, VÁSQUEZ, Rony. “Newton primitivo”. En: Discursiva. Revista de Literatura y Humanidades. Año II, Nº 2. Lima. 2008.

[22] RAMOS CABEZAS, Jorge. “El zapatero” y “El mejor amigo del hombre”. En: Ónice. Revista de creación. Año IV, Nº 3. Lima. 2009.

[23] DORIA, Dani. “Encuentro”; HUALPA, Paul. “Las cosas que pasan”; Mendoza, Rafael. “Buenos amigos”; y, VÁSQUEZ GUEVARA, Rony. “P.N.P.” y “El mundo de los hombres sin cabeza”. En: Bosque de latidos. Revista literaria. Año II, Nº 3. Lima. 2008.

[24] Violeta Rojo señala que “aún en el concepto de brevedad, hay diferencias. Para Bustamante y Kremer, así como para Borges y Bioy puede llegar a las 3 páginas; Epple, Zavala, Brasca, González, Valadés y González Irabia no pasan de las 2; Fernández Ferrer se mantienen en 1.” ROJO, Violeta. “De las antologías de minicuento como instrumentos para la definición teórica”. En: Francisca Noguerol (Coord). Escritos disconformes. Nuevos modelos de lectura. Salamanca, Ediciones Universidad de Salamanca, 2002. pp. 131-132.

[25] SEQUERA, Armando José. “La narrativa del relámpago. (20 Microapuntes para una poética del Minicuento y 4 anotaciones históricas apresuradas).” En: Francisca Noguerol (Coord). Escritos disconformes. Nuevos modelos de lectura. Salamanca, Ediciones Universidad de Salamanca, 2002. pp. 78 y ss.

[26] KOCH, Dolores. “Diez recursos para lograr la brevedad en el micro-relato”. En: El Cuento en red. Nº 2. 2000. pp. 3- 4.

[27] ANDRÉS-SUÁREZ, Irene. “El microrrelato. Intento de caracterización teórica y deslinde con otras formas literarias afines”. En: Teoría e interpretación del cuento. Constanza, Meter Lang, 1995. pp. 89-90.

[28] LAGMANOVICH, David. “Hacia una teoría del microrrelato hispanoamericano.” En: Microrrelatos. Buenos Aires, Cuadernos del Norte y del Sur, 1997. pp. 53 y ss.

[29] ZAVALA, Lauro. El boom de la minificción y otros materiales didácticos. Calarcá, Editorial Cuadernos Negros, 2008. pp. 23 y ss.

[30] FERNÁNDEZ, José Luis. “Hacia la conformación de una matriz genérica para el microcuento hispanoamericano” En: Literatura y Lingüística. Nº 16. Santiago de Chile, Ediciones de la Universidad Católica Silva Henríquez, 2005. pp. 107-134.

[31] TOMASSINI, Graciela y Stella MARIS COLOMBO. “La minificción como clase textual transgenérica”. En: Revista Interamericana de Bibliografía. Nº 46: 1-4. Año 1996. pp. 49-66.



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